Situación previa de las relaciones chino americanas
En 2006, el resto del mundo tenía derechos contra Estados Unidos equivalentes a más del 25% de su Producto Interior Bruto.
Los principales países acreedores son Japón (que está incluido, a efectos de clasificación, entre los países industriales), los países productores de petróleo (sobre todo los de Oriente Próximo) y China. Si atendemos sólo a los flujos anuales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que, en 2006, China y Oriente Próximo financiaban, a partes iguales, el 86% del déficit de los países industriales, y prevé que, para 2013, el superávit chino exceda la totalidad del déficit de los países industriales, y duplique el de los países de Oriente Próximo.
Todo ello basta para otorgar a China un papel decisivo en el mantenimiento de la estabilidad del sistema financiero internacional: cualquier cambio brusco en la composición de la cartera de deuda del Banco Central chino tendría repercusiones considerables sobre el tipo de cambio del dólar y los tipos de interés.
En 2007, los activos financieros de Estados Unidos en poder del resto del mundo ascendían a 16 billones de dólares, unas 11 veces el PIB español del mismo año. No es exagerado estimar en un billón de dólares las tenencias de bonos del Tesoro en el Banco Central chino.
Estos activos, como todos los activos exteriores, están sujetos al riesgo de cambio y al de interés, y ambos han jugado en contra de sus tenedores: en los tres últimos años, el dólar ha perdido un 17% de su valor frente a la moneda china, y un 25% frente al conjunto de divisas.
Además, el rendimiento de los bonos del Tesoro no ha hecho más que bajar desde mediados de 2006, hasta situarse, en agosto pasado, en el 1,75%. Por ambos conceptos, pues, el Banco Central chino ha sufrido grandes pérdidas en su cartera.
Para compensar en lo posible los menores rendimientos de los bonos del Tesoro, los acreedores de Estados Unidos, y, en particular, las autoridades chinas han ido acumulando carteras de deuda de entidades como Freddie Mac y Fanny Mae, que ofrecían rendimientos mayores, a la vez que disfrutaban de una garantía implícita del Gobierno de Estados Unidos: es decir, eran títulos emitidos con el entendimiento tácito de que el Gobierno haría frente a los pagos si las entidades estaban en dificultades. Pero ahora resulta que, por el momento, no es seguro que los acreedores de Freddie Mac y Fanny Mae, que acaban de ser nacionalizadas, vayan a cobrar hasta el último céntimo.
La financiación del déficit norteamericano, al contribuir a sostener la cotización del dólar, ha permitido mantener las exportaciones chinas a Estados Unidos, y ha ayudado así al crecimiento y a la modernización de la economía china: seguramente un objetivo más importante que los resultados del Banco, o del Tesoro chino. Pero todo tiene un límite, y puede uno preguntarse si las autoridades chinas no decidirán deshacerse de sus activos en dólares, dejando que sean otros quienes financien el déficit norteamericano.
En el corto plazo, todo indica que seguirán la corriente. Pero es muy probable que traten de hacer uso de su posición de actor principal en los mercados financieros en el curso de sus continuas negociaciones con Estados Unidos, en los terrenos que son de su interés: así, por ejemplo, puede que las autoridades norteamericanas dejen de darles la lata con el tipo de cambio; o que suavicen su posición comercial en una temporada que se adivina difícil para los exportadores chinos; es posible, por último, que obtengan concesiones, siempre invisibles, sobre el tratamiento de los asuntos de Taiwan o del Tíbet. Todo esto quedará lejos de las miradas del público.
Más allá de lo inmediato, no cabe duda que la crisis del sector financiero norteamericano marcará un cambio de actitud en las autoridades chinas: a los ojos del mundo, el liderazgo estadounidense en materia financiera ha sido puesto en cuestión. El ahorro del resto del mundo se dirigía hacia el mercado estadounidense porque éste ofrecía, no sólo liquidez, sino también seguridad; esto ha cambiado. El cambio será real, aunque imperceptible, y consolidará lo que va siendo un hecho: el desplazamiento del centro de gravedad del mundo económico de Occidente hacia Oriente.
Elecciones presidenciales 2008 en EEUU
La posición oficial del Gobierno Chino ha sido de total neutralidad en las recientes elecciones, defendiendo la soberanía del pueblo americano para elegir a su Presidente.
El presidente chino Hu Jintao felicitó a Obama por su victoria electoral y expresó su deseo de llevar las relaciones bilaterales a un “nuevo nivel”.
“En este nuevo período histórico espero que gracias a nuestros esfuerzos comunes reforcemos sin cesar el diálogo, los intercambios bilaterales, la confianza y la cooperación mutua”, expresó el jefe de Estado chino en un telegrama dirigido a Obama.
“Espero que llevemos la relación constructiva entre China y Estados Unidos a un nuevo nivel”, agregó Hu Jintao.
Asia espera que Estados Unidos continúe su papel de punto de equilibrio entre China y el resto de la región
Asia ve con temor la predominante posición económica y militar de China. De 2003 a 2007 China ha aumentado su gasto militar en 15.8 por ciento por año. Aunque oficialmente Beijing anunció que su presupuesto militar en 2008 ascendería a 59 mil millones de dólares, se cree que en realidad está entre 85 mil y 125 mil millones de dólares. Muy por encima de Japón, Corea del Sur, India y Australia. Se teme que una política suave de Estados Unidos traiga como consecuencia el incremento de la agresividad militar china. Asia espera que Estados Unidos continúe su papel de punto de equilibrio entre China y el resto de la región.
Taiwan está a la expectativa. Obama, tal como lo ha hecho el Presidente Bush, ha reiterado que continuará trabajando con China en los campos económico y de seguridad regional, presionando a Beijing y a Taipei a solucionar amigablemente su disputa territorial. China ha prometido desde 1949 recuperar el control de Taiwán así sea por la fuerza y hasta el momento Washington ha sido clave para asegurar que se respete la independencia taiwanesas
Beijing también espera con cautela, conocedora de que las disputas con Washington subirán de tono si Obama continúa acusando a China de manipular su moneda para hacer la exportación de textiles más barata. El déficit comercial con China llegó a la cifra record de 256 mil millones de dólares en 2007, de los cuales 30 mil millones corresponden a la importación de ropa u otro tipo de textiles.
Al respecto, el magnate de las comunicaciones australiano Rupert Murdoch ha advertido que de materializarse el proteccionismo del nuevo presidente de los Estados Unidos, no solo se agravaría la crisis financiera mundial sino que China, que es dueña del 20 por ciento de la deuda estadounidense, podría pensar en algún tipo de represalia.
En 2006, el resto del mundo tenía derechos contra Estados Unidos equivalentes a más del 25% de su Producto Interior Bruto.
Los principales países acreedores son Japón (que está incluido, a efectos de clasificación, entre los países industriales), los países productores de petróleo (sobre todo los de Oriente Próximo) y China. Si atendemos sólo a los flujos anuales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que, en 2006, China y Oriente Próximo financiaban, a partes iguales, el 86% del déficit de los países industriales, y prevé que, para 2013, el superávit chino exceda la totalidad del déficit de los países industriales, y duplique el de los países de Oriente Próximo.
Todo ello basta para otorgar a China un papel decisivo en el mantenimiento de la estabilidad del sistema financiero internacional: cualquier cambio brusco en la composición de la cartera de deuda del Banco Central chino tendría repercusiones considerables sobre el tipo de cambio del dólar y los tipos de interés.
En 2007, los activos financieros de Estados Unidos en poder del resto del mundo ascendían a 16 billones de dólares, unas 11 veces el PIB español del mismo año. No es exagerado estimar en un billón de dólares las tenencias de bonos del Tesoro en el Banco Central chino.
Estos activos, como todos los activos exteriores, están sujetos al riesgo de cambio y al de interés, y ambos han jugado en contra de sus tenedores: en los tres últimos años, el dólar ha perdido un 17% de su valor frente a la moneda china, y un 25% frente al conjunto de divisas.
Además, el rendimiento de los bonos del Tesoro no ha hecho más que bajar desde mediados de 2006, hasta situarse, en agosto pasado, en el 1,75%. Por ambos conceptos, pues, el Banco Central chino ha sufrido grandes pérdidas en su cartera.
Para compensar en lo posible los menores rendimientos de los bonos del Tesoro, los acreedores de Estados Unidos, y, en particular, las autoridades chinas han ido acumulando carteras de deuda de entidades como Freddie Mac y Fanny Mae, que ofrecían rendimientos mayores, a la vez que disfrutaban de una garantía implícita del Gobierno de Estados Unidos: es decir, eran títulos emitidos con el entendimiento tácito de que el Gobierno haría frente a los pagos si las entidades estaban en dificultades. Pero ahora resulta que, por el momento, no es seguro que los acreedores de Freddie Mac y Fanny Mae, que acaban de ser nacionalizadas, vayan a cobrar hasta el último céntimo.
La financiación del déficit norteamericano, al contribuir a sostener la cotización del dólar, ha permitido mantener las exportaciones chinas a Estados Unidos, y ha ayudado así al crecimiento y a la modernización de la economía china: seguramente un objetivo más importante que los resultados del Banco, o del Tesoro chino. Pero todo tiene un límite, y puede uno preguntarse si las autoridades chinas no decidirán deshacerse de sus activos en dólares, dejando que sean otros quienes financien el déficit norteamericano.
En el corto plazo, todo indica que seguirán la corriente. Pero es muy probable que traten de hacer uso de su posición de actor principal en los mercados financieros en el curso de sus continuas negociaciones con Estados Unidos, en los terrenos que son de su interés: así, por ejemplo, puede que las autoridades norteamericanas dejen de darles la lata con el tipo de cambio; o que suavicen su posición comercial en una temporada que se adivina difícil para los exportadores chinos; es posible, por último, que obtengan concesiones, siempre invisibles, sobre el tratamiento de los asuntos de Taiwan o del Tíbet. Todo esto quedará lejos de las miradas del público.
Más allá de lo inmediato, no cabe duda que la crisis del sector financiero norteamericano marcará un cambio de actitud en las autoridades chinas: a los ojos del mundo, el liderazgo estadounidense en materia financiera ha sido puesto en cuestión. El ahorro del resto del mundo se dirigía hacia el mercado estadounidense porque éste ofrecía, no sólo liquidez, sino también seguridad; esto ha cambiado. El cambio será real, aunque imperceptible, y consolidará lo que va siendo un hecho: el desplazamiento del centro de gravedad del mundo económico de Occidente hacia Oriente.
Elecciones presidenciales 2008 en EEUU
La posición oficial del Gobierno Chino ha sido de total neutralidad en las recientes elecciones, defendiendo la soberanía del pueblo americano para elegir a su Presidente.
El presidente chino Hu Jintao felicitó a Obama por su victoria electoral y expresó su deseo de llevar las relaciones bilaterales a un “nuevo nivel”.
“En este nuevo período histórico espero que gracias a nuestros esfuerzos comunes reforcemos sin cesar el diálogo, los intercambios bilaterales, la confianza y la cooperación mutua”, expresó el jefe de Estado chino en un telegrama dirigido a Obama.
“Espero que llevemos la relación constructiva entre China y Estados Unidos a un nuevo nivel”, agregó Hu Jintao.
Asia espera que Estados Unidos continúe su papel de punto de equilibrio entre China y el resto de la región
Asia ve con temor la predominante posición económica y militar de China. De 2003 a 2007 China ha aumentado su gasto militar en 15.8 por ciento por año. Aunque oficialmente Beijing anunció que su presupuesto militar en 2008 ascendería a 59 mil millones de dólares, se cree que en realidad está entre 85 mil y 125 mil millones de dólares. Muy por encima de Japón, Corea del Sur, India y Australia. Se teme que una política suave de Estados Unidos traiga como consecuencia el incremento de la agresividad militar china. Asia espera que Estados Unidos continúe su papel de punto de equilibrio entre China y el resto de la región.
Taiwan está a la expectativa. Obama, tal como lo ha hecho el Presidente Bush, ha reiterado que continuará trabajando con China en los campos económico y de seguridad regional, presionando a Beijing y a Taipei a solucionar amigablemente su disputa territorial. China ha prometido desde 1949 recuperar el control de Taiwán así sea por la fuerza y hasta el momento Washington ha sido clave para asegurar que se respete la independencia taiwanesas
Beijing también espera con cautela, conocedora de que las disputas con Washington subirán de tono si Obama continúa acusando a China de manipular su moneda para hacer la exportación de textiles más barata. El déficit comercial con China llegó a la cifra record de 256 mil millones de dólares en 2007, de los cuales 30 mil millones corresponden a la importación de ropa u otro tipo de textiles.
Al respecto, el magnate de las comunicaciones australiano Rupert Murdoch ha advertido que de materializarse el proteccionismo del nuevo presidente de los Estados Unidos, no solo se agravaría la crisis financiera mundial sino que China, que es dueña del 20 por ciento de la deuda estadounidense, podría pensar en algún tipo de represalia.
Fuentes:
China emerge como acreedor silencioso de Alfredo Pastor, EL PAIS 10/10/08 y otros
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